La ciencia
La ciencia siempre me ha parecido, y seguramente sea porque así me lo han inculcado, algo que posee la verdad absoluta, verdades irrefutables. En la ciencia la subjetividad no tenía cabida. Por esa razón, la ciencia podía explicar, predecir y describir la naturaleza y los fenómenos naturales con total exactitud; además sola una solución era la correcta, ya que el método científico nos mostraba distintos caminos pero para llegar ,siempre, a la misma solución ya que solo existía una verdad.
En los 90, cuando acudía al instituto, y tengo la impresión de que esto no ha cambiado mucho, estudiar ciencias tenía mas prestigio que estudiar letras. Los buenos estudiantes tenían que optar y optaban por las ciencias. Las ciencias otorgaban la posibilidad de un futuro mejor.
La ciencia podía conseguir lo que se propusiera, Los científicos, durante años habían realizado grandes avances; leyes fundamentales de la naturaleza, incluso mediante la radiación de fondo de microondas pudieron probar el Big Bang. A esto había que añadir el progreso de las tecnologías de la comunicación: Internet, World Wide Web, El Sistema de Posicionamiento Global. No había cosa que la ciencia no podría conseguir. La admiración que generaba la ciencia era enorme. La ciencia no tenía límites. Con la ciencia desaparecerían las enfermedades, se erradicaría el hambre, y disminuiría la contaminación. En resumidas cuentas mejoraría la calidad de vida de la humanidad.
Estudiar letras suponía, según se decía, engrosas las listas del paro. Los estudiantes de ciencias tenían mas oportunidades laborales además de mayor prestigio en la sociedad.
Mas tarde, me di cuenta de que algunos estudios enmarcados en mi concepción o clasificación de letras también podían ser ciencia: las llamadas ciencias sociales. Para ser sinceros tengo que reconocer que a estas últimas nunca les otorgué la misma categoría que a la física, biología o matemáticas entre otras. Las ciencias sociales eran arbitrarias, los resultados dependían de la interpretación de los hechos, y al contrario que en las ciencias verdaderas se podía llegar a formular distintas verdades para un misma lectura del problema.
Pero con la experiencia adquirida me he dado cuenta que el progreso de la ciencia muchas veces, casi siempre, está supeditado a los intereses y beneficios de las élites y grandes empresas. Se estudian e investigan ciertas áreas en detrimento de otras en función de los beneficios económicos que podrían generarse. La visión altruista del progreso es una utopía que aunque algunos científicos lo creen y lo ejercen no es la practica mayoritaria.
He de reconocer que los últimos años no se ha valorado lo suficiente la labor de los científicos e investigadores y se han convertido, quitando los más prestigiosos y conocidos, en uno de los sectores más precarios del mercado laboral. Un montón de becarios que con sueldos muy bajos realizan grandes aportaciones a la sociedad. Parece que ahora, con la pandemia que estamos viviendo, nos volvemos a dar cuenta de la importancia de tener buenos investigadores de élite
Pero tengo que reconocer que no todo está perdido. Aún mantengo la fe y la esperanza en la ciencia y tengo la certeza que todavía lo mejor está por venir. Eso sí, las expectativas actuales quedan lejos de las fantasías o deseos inocentes de años pasados.
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